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lunes, 23 de abril de 2012

Trata de personas en Madre de Dios: las olvidadas en la lucha contra la minería informal


Un informe elaborado por el diario español El Mundo demuestra que tras el reciente permiso que le dio el Gobierno peruano a los mineros artesanales para operar por un año más y adecuarse a las nuevas leyes promulgadas que buscan combatir la minería ilegal en Madre de Dios, un viejo problema ha empeorado: la trata de personas. FUENTE: El Mundo

La investigación da a conocer que, durante el pasado paro minero previo a los acuerdos con el Estado, los 400 prostíbulos clandestinos, situados a ambos lados de la carretera interoceánica que une Perú con Brasil, y en donde 1.000 menores de edad son explotadas sexualmente, incrementaron su negocio.
Con el anuncio del Ministerio del Ambiente, se retrasa la lucha contra la explotación sexual de menores de edad, un problema que se genera y crece a consecuencia de la actividad minera informal.”Las autoridades se preocupan más por lo material, por formalizar la minería ilegal para captar impuestos e interceptar maquinaria y combustible que por los seres humanos”, denuncia Ana Hurtado, fundadora de la Asociación Huarayo, una ONG que dirige el único albergue que refugia a las víctimas que son rescatadas o logran huir de los ‘prostibares’.

El artículo de El Mundo narra el drama de algunas mujeres que son captadas por estas organizaciones que se dedican a la trata de personas. Aquí un extacto:
Otras son traídas de mucho más lejos. Alejandra (19 años) y Stephany (18 años) son de Chincha, una ciudad costera a 1.600 kilómetros de Madre de Dios. Una agencia de empleo les prometió la luna y emprendieron un viaje de difícil retorno que las llevó hasta uno de los locales que la cadena de prostíbulos ‘Miss Sagitario’ regenta en el campamento minero Delta 1.
‘Miss Sagitario’ ofrece un 2×1: las chicas son un regalo por el consumo de alcohol y sus condiciones de trabajo son lo más parecido al infierno en vida.
Trabajan de 7 de la noche a 7 de la mañana en régimen de esclavitud, y no pueden salir del local bajo amenaza de multas, palizas y violaciones. Ante la escasez de preservativos, los embarazos se solucionan con sobredosis de estrógenos administradas por boticas informales, pastillas que no impiden el contagio de la Sífilis o el VIH/Sida, que tienen en los campamentos una prevalencia superior a la media nacional.
Aquellas que queden embarazadas y puedan tener a sus hijos, los criarán en los ‘prostibares’, jugando en charcos de fango contaminados de mercurio y sin derecho a la educación ni a la salud.