víctima cuando ésta solicita apoyo o se conoce el caso, lo que es difícil en las situaciones de cautiverio y falta de libertad en las que se encuentran.
Superar secuelas de la trata es un proceso difícil
Por Freddy Grover Choque - La Prensa (Bolivia) - 14/04/2012
“Hace un año, la llevaron al Perú con el ofrecimiento de un buen trabajo y salario, le dijeron que cuidaría niños y ancianos. Pero al llegar a ese país, vio que el panorama era otro, la obligaron a trabajar como dama de compañía y sufrió varios abusos por parte de sus captores”.
Es la historia de una adolescente de 16 años que fue víctima de tratantes (personas que comercian con gente), resumida por Claudia Castañón, psicóloga del Centro de Terapia Mujeres del Sedeges La Paz.
La institución acoge a adolescentes de 12 a 16 años, en dos tipos de población: las que fueron víctimas de trata y tráfico, y las que cometieron alguna infracción o delito según el Código Penal.
La menor, que fue rescatada y remitida a este centro hace cuatro meses, recibe ayuda psicológica, médica y asistencia social en el Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges).
Un trauma difícil de sanar. Castañón dijo que las víctimas de estos delitos presentan secuelas psicológicas difíciles de tratar, “quién sabe qué tipo de abusos sufrieron, cada caso es diferente. Por eso se les brinda una atención integral a través de procesos multidisciplinarios”.
María Luisa Palacios, jefa de la Unidad Técnica de Asistencia Social y Familiar del Sedeges, mencionó que la mayor parte de las menores explotadas son rescatadas de Perú, Chile y Argentina. “En su mayoría son adolescentes que tienen problemas familiares o se encuentran en situación de abandono y que buscaron una forma de generar ingresos, pero lamentablemente fueron captadas por inescrupulosos, quienes al ver la situación de las niñas, les ofrecieron trabajos buenos. Pero ellas son retenidas a la fuerza y trabajan en bares, discotecas y lenocinios, y son víctimas de abuso sexual y explotación laboral”.
Dijo que las menores son rescatadas por la Policía, que las traslada a las brigadas de Protección de la Niñez, y éstas las remiten al Sedeges. “En el extranjero, se tiene contacto con los consulados del país para su rescate” y su posterior repatriación. “Cuando hacemos las investigaciones sociales en su grupo familiar y en todo su ambiente social, nosotros vemos que detrás de cada historia de estas jovencitas hay otras historias. Por eso es muy importante el apoyo psicológico”.
María Luisa Palacios / SEDEGES
Las adolescentes infractoras provienen de familias disfuncionales, en las que sufrieron mucha violencia y maltrato, y por ello se refugian en pandillas o en grupos que si bien las acogen, las incitan a delinquir.
